La inauguración de un nuevo centro de formación profesional en Amaicha del Valle, que permitirá a los tucumanos y catamarqueños de los Valles Calchaquíes estudiar la carrera de Enfermería Profesional, es no sólo una buena noticia: también es una novedad oportuna.
El Ministerio de Educación de la Nación presentó durante la semana pasada un informe en el que contrasta las principales ofertas académicas de las universidades en las regiones argentinas y la demanda del mercado laboral. El resultado es que existe un marcado divorcio entre lo uno y lo otro. Es decir, lo que se ofrece a los alumnos en los claustros y el trabajo que se les ofrece cuando se han graduado, no coincide en ninguna región argentina.
Desde un punto de vista general, el estudio arroja que el 40% de los títulos que se ofrecen en la Argentina corresponden a la docencia y a la educación, y que otro 10% se refieren a la administración y el comercio, mientras que 50% del empleo privado en el país corresponde al sector de servicios, mientras que otro 20% se vincula directamente con la industria.
Para el caso del Noroeste Argentino (NOA), el informe da cuenta de que hay una amplia oferta en materia de docencia y de educación, pese a que no se verifica una alta demanda al respecto. Lo mismo aplica para las regiones vecinas: el Noreste Argentino (NEA), Centro y Cuyo. En todas, se aprecia una sostenida demanda de profesionales para las actividades agrícolas, la salud animal y la alimentación. Sin embargo, sólo el NEA tiene una oferta académica acorde, según el estudio.
La buena noticia es que en el NOA hay coincidencia respecto de la oferta y la demanda en materia de salud humana, por un lado; y de producción, de construcción y de diseño, por el otro. Cuyo y el NEA tienen una alta demanda de profesionales del primer grupo, y una baja oferta académica. La misma relación, respecto del segundo grupo, se da en el NEA y el Centro.
La mala noticia se desdobla en dos planos. El primero se refiere a las provincias de nuestra región. Tucumán es el Estado más importante del NOA y posee cuatro universidades, de modo que el desacople entre oferta académica y mercado laboral tal vez no sea tan evidente. Pero, según refiere Clarín en la presentación del informe, Santiago del Estero demanda médicos y Jujuy requiere de profesionales en Turismo, y ni uno ni otro distrito forma profesionales en esas materias. Los dos, en cambio, forman abogados.
El segundo plano, de orden nacional, da cuenta de que ninguno de los 13.872 títulos que de las universidades argentinas prepara profesionales para la industria pesquera, a pesar del amplísimo litoral atlántico con que cuenta el país. Del lado de la cordillera, la mayor demanda laboral en la Patagonia está dirigida a recursos naturales y medioambiente, sólo el 3% de los títulos ofrecidos se vinculan con esas especialidades.
Dos grandes déficits deja expuestos esta radiografía. El primero es un déficit de planificación. Las universidades, los consejos que las reúnen y el Gobierno nacional deberían auspiciar, justamente, procesos que la educación superior, lejos de padecer la inercia de las burocracias y los funcionarios, tuviera la suficiente capacidad de respuesta para poder responder a la demanda laboral. No se trata de que el mercado del trabajo diseñe la universidad, pero tampoco pueden estar la una divorciado de lo otro. El segundo déficit es de federalismo. El exceso común de un tipo de oferta académica, y el déficit igualmente común para cubrir determinadas demandas, muestra un país donde las regiones no funcionan como partes de una misma nación, sino como sectores atomizados que no tienen en cuenta lo que ocurre más allá de sus fronteras internas. El federalismo bien entendido y mejor practicado remedia estas inconsistencias, para bien de los jóvenes de toda la Argentina.